Algunos monasterios comprendieron rápidamente este vínculo entre cítara y liturgia en el momento de la reforma litúrgica, en los años 60, y fue el hermano Patrice, un monje de En Calcat, quien inventó los moduladores (palancas que permiten pasar de mayor a menor) y transforma la cítara folclórica en un instrumento litúrgico. Añadió cinco acordes y nació el salterio de doce acordes que sigue fuerte, ¡gracias! Con estos 24 acordes clásicos, puede acompañar todos los tonos de salmos y antífonas.